ISABETH HICKMAN
ESPAÑA
EL DATAÍSMO
Las Personas Ancianas Son Sabias, sin embargo, en lo que respecta a la Tecnología Informática, ésta les supera. Es más, superará a toda la Humanidad.
El Dataísmo, también nombrado Datoísmo.
La mayoría de las personas no llegará a decidir cómo la tecnología afectará a sus vidas porque la mayoría no entiende esta tecnología. ¿Cuántas personas, de hecho, votaron sobre cómo funcionaría Internet?
Este término -dataísmo- ha sido utilizado para describir la mentalidad -filosofía, que no religión- creada por el significado originario del Big Data -conjunto de datos masivos que se almacenan, analizan y gestionan con tecnologías específicas- gran volumen de datos estructurados y no estructurados que inundan una empresa todos los días. Lo importante no es la cantidad de datos; sino lo que las organizaciones hacen con los datos. La Inteligencia Artificial -IA- y el Internet de las cosas -loT-.
Las personas son inconscientes de que cada vez que comparten una foto de sus vacaciones en una red social, dejan sus datos para una encuesta -se geolocalizan-; o, cada vez que envían un correo electrónico.
El Dataísmo estará en todas partes y lo controlará todo. Y los Seres humanos están destinados a fusionarse con él. Esta concepción nos recuerda a otras religiones tradicionales: El Hinduismo tiene la creencia que los humanos pueden y deben fusionarse con el alma universal del cosmos: el Atman. El cristianismo dice: la muerte une a los santos con Dios y aísla a los pecadores de su presencia.
El Dataísmo no rinde culto a ningún dios; semejanza al Nihilismo, adora los datos. La libertad de información es su mandamiento supremo; los algoritmos sus sagradas escrituras; y, la Inteligencia Artificial su sumo sacerdote. En el Dataísmo el flujo de información es el valor supremo y, la libertad de la información es el mayor bien de todos.
La Era de la vida inorgánica ha comenzado. Los principales productos de la economía del siglo XXI serán los cuerpos, los cerebros y las mentes. La próxima gran revolución creará la “Clase Social Innecesaria”; los Seres Humanos Mejorados tratarán a esa Clase Innecesaria.
Las religiones impactantes saldrán de Silicon Valley, lugar de California donde se concentra Google, Facebook…
La democracia y el mercado libre se derrumbarán una vez que Google y Facebook nos conozcan mejor de lo que nos conocemos nosotros mismos. La autoridad cambiará de manos, pasará de estar bajo el control de los individuos para ser propiedad de los algoritmos de la red.
Renunciaremos de forma consciente a la privacidad en la búsqueda de una salud mejor.
Los humanos no lucharán contra las máquinas, se fusionarán con ellas. Nos dirigimos hacia el matrimonio -unión- más que a la guerra.
Desde una perspectiva dataísta, podríamos interpretar a toda la especie humana como un único sistema de procesamiento de datos en el que los individuos hacen las veces de chips. Los dataístas creen que todo lo bueno -incluido el crecimiento económico- depende de la libertad de información. De modo que, si queremos crear un mundo mejor, la clave es, liberar los datos. La nueva religión emergente es el Dataísmo y, no venera ni a dioses, ni al hombre. Adora los datos. Este sistema cósmico de procesamiento de datos será como Dios. Al igual que el Hinduismo -Brahman-, considera que los humanos pueden y deben fundirse con el absoluto; o, el Cristianismo dice que, algún día se reunirán con Dios.
Según el Dataísmo, una vez completado este proceso, el Homo Sapiens desaparecerá. Mientras el Humanismo demandaba que nos escucháramos a nosotros mismos para tomar decisiones, el Dataísmo pide a sus fieles que escuchen a los algoritmos externos, mucho más eficientes que nuestras propias emociones a la hora de recolectar y procesar información.
Y, también, pide que los alimenten con todos los datos que puedan; esto es, secuenciar nuestro ADN, conectarse a un Wearable -dispositivos con microprocesadores, que llevamos puestos: reloj, pulsera, gafas…-; los cuales, podemos conectar a nuestro móvil para sincronizar nuestros datos, para que transmita toda información, grabar nuestras conversaciones y compartirlas… Así, pueden conseguir un mejor conocimiento sobre sí mismos y, por tanto, alcanzar mejores decisiones.
Renuncia total del sentido. Los datos y los números no son narrativos, sino aditivos. El sentido radica en una narración. Si no lo compartes, no tiene valor. El Dataísmo considera nuestras experiencias como la herramienta más eficiente que tenemos para procesar información. De hecho, considera que las emociones son pequeños algoritmos biológicos que encapsulan la sabiduría de nuestras generaciones anteriores.
El nuevo credo dataísta es: “Si experimentas algo, grábalo”. “Si grabas algo, súbelo”. “Si subes algo, compártelo”. La manera que tenemos de demostrar al sistema que todavía tenemos valor es, convertir nuestras experiencias en un flujo libre de información; aunque sea a costa de nuestra privacidad y nuestra individualidad.
La Inteligencia Artificial y los datos pueden resultarnos útiles si los utilizamos de manera correcta. Nos pueden ayudar a tomar mejores decisiones, sí, pero, la palabra clave aquí es “ayudar”; ya que nos avalan miles de años de evolución como Seres capaces de generar nuestro propio destino.
La nueva religión de datos tiene dogmas, profecías, mandamientos, fieles, pecados, algún mártir e incluso herejes, al igual que otras tantas religiones, sin embargo, a diferencia de ellas, el Dataísmo es un culto en el que participan muchas personas de manera inconsciente. Que ignoren la existencia del Dataísmo no quiere decir que no estén contribuyendo a su expansión. Al contrario. Lo hacen, a una velocidad supersónica.
El Dataísmo, en realidad, es una alerta de lo que podría llegar a ocurrir en un mundo en el que la Inteligencia Artificial gana cada vez mayor autoridad. Una serie de Gurús de la alta tecnología y profetas de Silicon Valley están creando una narrativa universal inédita para legitimar esa autoridad y dar más poder a los algoritmos y el Big Data. Un nuevo credo denominado Dataísmo que asegura, en su vertiente más distópica, podría poner en jaque la propia existencia del Homo Sapiens.
El Dataísmo comenzó como una teoría científica neutral, pero está mutando hacia una nueva religión dispuesta, como toda religión, a indicar qué está bien y qué está mal. En lo más extremo, los dataístas perciben todo el universo como un flujo de datos; creen que la vocación cósmica de la humanidad consiste en crear un sistema todopoderoso de procesamiento de información para acabar fundiéndose con él.
El dogma supremo de esta religión es el flujo de información y debe ser alimentado de forma constante.
Asimismo, tiene profecías “nos fundiremos con la tecnología”; e, incluso, con mandamientos; un dataísta debe maximizar el flujo de datos conectándose cada vez a más medios, además de producir y consumir cada vez más información; y, debe conectarlo todo al sistema. Esto incluye a los “herejes” que no desean ser conectados, porque nada en el universo debe quedar fuera de la gran red. Tiene sus “pecados” como religión que es: el mayor de ellos consiste en bloquear el flujo de datos.
El dios del Dataísmo es Internet de todas las cosas, un sistema cósmico de procesamiento de datos del que los humanos formamos parte y que ha sido diseñado para que acabemos fundidos con él. La máxima, que las personas no piensen, que no usen el poder de la mente. Siguiendo con el argot usado, “devoción” por los datos en la Era de la Información.
La Era de la Información no genera adictos. Produce muchos feligreses, algunos fanáticos y, uno que otro, fundamentalista. Nuestra devoción a los datos tiene forma de religión y se llama Dataísmo.
A esa iglesia, vamos todos. La iglesia global de la información tiene en el Big Data a una entidad sobrehumana. Tendemos a pensar que los datos son una herramienta a nuestro servicio; cuando, en realidad, somos nosotros los que nos estamos poniendo al servicio de los datos.
Se le llama Dataísmo, al culto que deifica los datos; el culto que pone la información por encima de todas las cosas.
El Big Data se convierte en religión y Dios está en la Nube, puede saber dónde vive un consumidor, por donde se moviliza, que productos consume, pero lo que nunca sabrá es lo que siente.
El paraíso está en la Nube, pero los milagros son terrenales.
Estamos en épocas donde la atención parece ser el nuevo lujo y el tiempo un recurso escaso. Se está absorbido por la sobre estimulación y la sobre información; olvidándose de sentir, perdiendo la curiosidad.
Las personas creen que todo lo encuentra en Google y pierden el gran poder humano que es inferir en aquello que se esconde tras la data.
PARA PENSAR EN ELLO. Curiosos tiempos en los que vivimos ahora que, para saber qué es la realidad hay que desconectarse lo más posible. Resulta que tenemos al alcance de nuestras manos más datos que nunca, pero, estamos más lejos del conocimiento. Es por este motivo que en las Escuelas se está suprimiendo el estudio de la Filosofía. Mejor no pensar.
ESTE ESCRITO HA SIDO EXTRAIDO DEL LIBRO SPINOFF: “NO HACER NADA Y TODO ESTARÁ HECHO”. De la SERIE LEAN LEYENDA, pentalogía y spinoff. AUTORA: ISABETH HICKMAN.
NOTA DE LA AUTORA, (en el libro): Expreso, Dios, sin miedo a ser malinterpretada. “A nuestro favor en la Hermandad, la Diosa Naturaleza es fémina y es en quién nos basamos para lograr un nuevo Orden dentro del Caos, caos que nos ha sido inculcado, generación tras generación, sumiéndonos en la sombra. Tenemos en la mano el cambio por lo que se están estableciendo nuestras Normas”.
MÁS INFORMACIÓN DEL DATAISMO EN SERIE LEAN LEYENDA.
Maribel Pérez-Hickman Diez, cuyo seudónimo es Isabeth Hickman, es practicante de las siguientes disciplinas orientales: Hatha Yoga, Kundalini, Taichi y Chi Kung. Ha escrito nueve libros, siendo dos de ellos novelas. También escribió una obra de teatro. De profesión Asistente Social, ha trabajado con visitas a domicilio a ancianos. En sus estudios elaboró la Monografía de su Carrera Profesional sobre: “Trabajo a Turnos en la Industria
Química”, dentro de un contexto de conciliación de la vida familiar, social y
laboral. Además desarrolló un Programa
para la creación de una “Escuela Hospitalaria”, dirigida a niños en
hospitalización de larga estada, con el Proyecto: "No pierdas la Carrera".
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